«Veo la vida como un gran conjunto de escaleras que estoy a punto de saltar». Antes de ser la estrella de Bravo’s Million Dollar Listing New York, Luis D. Ortiz era un experimentado tomador de riesgos. A los 16 años tomó la decisión de abandonar su Puerto Rico natal con su hermano gemelo en busca de oportunidades en Estados Unidos. Primero se trasladó a Fort Lauderdale, donde trabajó colocando sensores en camisas en Hollister durante el día y barriendo suelos como conserje en un colegio comunitario por la noche. Como animador, Luis decidió seguir una carrera como director de cine en la ciudad de Nueva York. Después de producir su primera película premiada, recibió el apoyo de restauradores locales para financiar su siguiente largometraje, pero finalmente decidió no estrenarlo porque no estaba satisfecho con el producto final. Reconocido como un vendedor nato, Luis se animó a probar suerte en el sector inmobiliario y pronto se encontró en la planta de una empresa de corretaje de Wall Street. Durante los últimos nueve años, Luis ha vendido más de un cuarto de billón de dólares en bienes raíces y, más recientemente, ha trabajado como corredor de propiedades de lujo en Douglas Elliman en Manhattan.
Para alguien que admite que no sabía lo que significaba la frase «bienes raíces» cuando se mudó a Estados Unidos, Luis estaba intrigado por esta electrizante industria: «Fue la primera vez que pude hacer algo que siempre me dijeron que no iba a poder hacer sin las formas convencionales de crianza o una educación universitaria formal». A pesar de su impresionante éxito y de su notoriedad internacional como nombre familiar entre los seguidores de Bravo, Luis anunció recientemente que deja el negocio.
Aunque esta decisión provocó confusión entre muchos, fue una elección sencilla para Luis. Como persona que se enorgullece de «ser adicto a la felicidad», se dio cuenta de que el sector inmobiliario ya no le hacía feliz, a pesar de estar en la cima de su carrera. Inspirado por su valor para hacer esta transición profesional, le pregunté a Luis cómo supo que era el momento adecuado para empezar una nueva carrera. Relaciona su proceso de decisión con una de sus antiguas aficiones favoritas, el monopatín. «Cuando crecía en San Juan, mis amigos y yo solíamos montar en monopatín 12 horas al día. Saltábamos escaleras en la plaza y lo máximo que saltamos fueron 15 escaleras. Para llegar a este punto, hay que empezar con dos escaleras, luego con cuatro, e ir subiendo. Obviamente, cuanto más grande es la escalera, más dura es la caída. Con cada caída, descubrí lo que tenía que hacer para aterrizar el salto y cuando finalmente lo hice me ayudó a tener más confianza. El monopatín se parece mucho a la vida. Si me hubiera quedado en el sector inmobiliario, habría sido como saltar dos escaleras el resto de mi vida».
Ahora que ha dejado el sector inmobiliario, Luis está escribiendo un libro sobre su tema favorito: la felicidad, que define como «una elección diaria». En contra de la opinión de muchos jóvenes en el mundo profesional, Luis piensa que la gente está innecesariamente obsesionada con los títulos de los trabajos; el trabajo de una persona no debería ser su identidad. Anima a la gente a centrarse en descubrir lo que les hace únicos y a encontrar puestos que les obliguen a sentirse incómodos para promover el crecimiento personal. «La vida», dice, «es un viaje para conocernos a nosotros mismos tanto como sea posible».
Independientemente de lo que haga después, Luis ha desarrollado valiosas habilidades a partir de su diversa experiencia profesional que son transferibles a cualquier industria. Como experto negociador, Luis ha participado en más de 2.000 operaciones como agente inmobiliario. Luis cree que los mejores negociadores conocen a ambas partes y sus objetivos, son curiosos y están auténticamente interesados en resolver el proyecto. Lo más importante es que Luis subraya que «las negociaciones no tienen lugar en una habitación ni en un día; las negociaciones llevan tiempo. Si te dicen que no al principio, es un no hasta que se convierte en un sí. A veces hay que dejarlo pasar y enfocarlo de otra manera al día siguiente». Además de ser un negociador intrépido, Luis ha aprendido a crear una potente marca personal. Luis comparte que la mejor manera de construir tu marca es ser tú mismo de forma consistente porque lleva demasiado tiempo fingir ser otra persona.
Ya seas un estudiante en el aula o un veterano en la sala de juntas, todo el mundo puede adoptar la mentalidad de Luis de «saltar la escalera» en sus propias vidas para lograr una mayor sensación de plenitud que encienda la transformación personal.